Si quieres publicar una novela, escríbela primero - Me voy a referir a la generosidad de Ramón Córdoba. Cuando murió, así, sorpresivamente, como RAF [Luis Fernando Escalona, El muelle], de un cardiacazo en su casa, nos dejó consternados, pues no parecía un hombre enfermo (aunque sí que tenía el aspecto lo mismo del fumador que del que padece del hígado o del páncreas). Acababa de publicar El libro de los guardianes.
En su conferencia, estaba el novelista Jaime Mesa sentado en el piso. Yo, como llegué tarde, no alcancé lugar. Una joven hermosa atravesó la sala (Sala Lúdica, BUAP Librerias, Sucursal CCU) cargando una silla. Inesperadamente, me la ofreció a mí. Como continuó acarreando sillas para todos los que no habíamos alcanzado lugar en la mesa larga, echamos una mano y pudimos sentarnos todos.
Hubo uno que no aguantó las cubetadas de aguas negras que caían sobre las aspiraciones literarias de los ahí reunidos: un caballero espigado se levantó como para golpear al conferencista, pero sólo le aventó en la mesa la edición de autor sobre las memorias de su padre, un inmigrante textilero español asentado en Tlaxcala. Y abandonó el lugar.
Nosotros, a la salida, por poco tiramos el maquinuscrito de esta novela en uno de los afluentes del Atoyac. Pero en lugar de eso, nos sentamos a trabajar, depurando, desechando casi un tercio del primer borrador, y terminar el proyecto (supe que había terminado porque siempre llegaba al mismo final). ¿Cuál generosidad? Pues esta: decir que a nadie le interesa la saga de tu vida, no es publicable (si quieres publicar una novela, no presentes una autobiografía). Hay que trabajar mucho para no ser tan autorreferencial (me acordé de Borges: había pasado de los duelos de cuchilleros y los cuentos de compadritos a las metáforas del tiempo, el laberinto, el minotauro; le había puesto un montón de arte aunque todo tenía que ver con él, como siempre).
Quizá por eso, porque no les vino el saco, hubo quienes, a pesar de lo dicho, se quedaron a mostrar sus escritos (quizá les dieron seguimiento en algún taller literario). Trabajaba para Alfaguara. Me gustó verlo en Youtube presentando un libro crítico de El Peje, creo que de Francisco Martín Moreno, Ladrón de esperanzas.