sábado, 10 de septiembre de 2022

la estructura o como contar la historia

Recién había leído Diario de Ana Frank (1986) y Taíb (1989) de Ricardo Garibay, y llevaba un casi-diario desde la preparatoria, de modo que, de manera natural, creí que así contaría la novela, como un diario personal. Pero yo no tengo talento, de modo que se me caía. Perdido el rumbo, me detuve.

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Claro que tuvimos varias crisis de fe, como el héroe, en el que llegado a un punto parece que todo está perdido. Pero, de alguna manera, como partía de un mundo conocido, el universitario, seguía acumulando información, tanta, que la fui organizando por temas (mundo novelesco). Eso fue, sin saberlo, lo que salvó el proyecto. Ya en un taller de Pedro Ángel Palou sobre La Poética de Aristóteles, había escuchado de los temas clásicos de la ficción. Pero no fue sino hasta más adelante, cuando me leí De escritura, del cuento a la novela, del poeta Bernardo Ruiz, que vi el horizonte: contaría mi historia no por tiempo sino por tema. Esa fue la solución que me permitió avanzar, el puente entre el inicio y el final. En efecto, la literatura sólo se realiza escribiendo, sumando palabras, y así fue como llegué al indispensable primer borrador.

OoO 

Y volvía a empezar cada cierto tiempo. Eso sí, siempre empezaba casi igual. No sabía cómo terminaría pero siempre supe cómo era el principio. 

Hubo una época en la que me inspiraba en Los periodistas, de Vicente Leñero. El ingeniero civil que había abandonado los números por las letras, había resuelto escribir una novela sin ficción para contar el golpe de Echeverría al periódico Excélsior que dirigía Julio Scherer.

    No logré una novela política, pero sí una novela testimonial. Desde luego no es una novela de grupo ni mucho menos de una época, pero sí de un momento: los años universitarios, un mundillo que conocí bien porque a mí siempre me gustó estudiar.


La trama tiene un entorno: un mundo. Un mundo novelesco en nuestro caso. Entonces decidí que para no tener problemas cambiaría los nombres y a todos les endilgaría un apodo. Inclusive a las llamadas personas públicas. Fue divertido. Casi puedes decir cualquier cosa, el límite es la verosimilitud. 


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